CASOS REALES*
Habitación de próspero empresario en elegante sanatorio privado. Doy dos golpes en la puerta, pido permiso y entro.
Están cerca. Él, con una bata sobre los hombros, sentado en el borde de la cama, le cuelgan los brazos y las piernas, está descalzo. Es hermoso, de treinta y tantos. Ella, de pie a su lado, elegante, perfecta… (¿será una modelo de las que salen en las revistas?). Parecen dos muñecos de cera.
_Perdón, del servicio de capellanía… ¿puedo ayudarles en algo?
Ella me mira, le tiemblan los labios.
_Acaba de salir el médico… nos dio el diagnóstico…_ Lo mira, se le acerca.
_Es… en el pulmón…
_Pero dijo que lo detectaron… bastante a tiempo…
_Si… vamos a ver… No te preocupes mi amor, ya vamos a salir de esta…
Y se justifican, y lloran, se autoengañan, pero no se atreven a decir CÁNCER DE PULMÓN. Sólo tres palabras, y todo su mundo “fashion” se les dio vuelta.
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Mi hermano y yo teníamos un amigo, “el japonés”, era bien criollo, pero le decíamos así por sus ojos rasgados. Bueno, la cuestión es que, cuando tendríamos unos siete u ocho años, el japonés nos dijo:
_Cuando mi papá llega borracho, de divertirse con sus amigos, yo me hago el dormido… y me tapo la cabeza con la’lmuada… porque sino empieza a hablarme y a acariciarme la cara con las manos pegajosas… y me quiere besar… y con ese olor que trae…y todo babeado ¡a mi me da asco!
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_Poné nueve lápices y contá…
Y Beto, obediente, cuenta: _Uno, dó, tré, cuatro… siete…
-¡Cinco!... seis…
-Sei… siete, ocho, nueve.
-Tomá otro lápiz y agregalo.
_ ¿Este?... ¿lo pongo acá?
_Si… ¿Cuántos tenés ahora?
_¿Uno?...¿Siete?...
_Haber, Beto, si tenías nueve y le agregaste uno ¿cuántos hay ahora?.... Contá, dale, contalos…_
Y Beto reinicia la cuenta
_...nueve, ¡diez!
_¡Muy bien! ¿Entonces cuantos tenés?
_¡Diez!
_Muy bien, Beto, te felicito… entonces, si a nueve le agregás uno, ¿cuánto es?
Me mira perdido, desesperado…
_...¿sei?... ¿tré?...¡Qué sé yo, no sé…!
Unos días después Beto (de 22) tuvo que reingresar a la escuela especial adonde había asistido por casi quince años. Allí continuó mucho tiempo más, tratando de entender el manejo del dinero y operaciones sencillas que le permitan realizar las mínimas compras cotidianas. El municipio le ha dado trabajo, a veces barre las calles, pero generalmente corre detrás del camión recogiendo las bolsas de residuos.
Es que Beto, hoy casi un metro ochenta de hombre fuerte y bien plantado, cuando el Juez de Menores lo entregó a su familia adoptiva, al año y medio, presentaba un severo cuadro de desnutrición.
¿Motivo? Su madre biológica, adicta al alcohol y no saben bien a qué otras sustancias, en su afán por satisfacer aquello que era su necesidad, (¿gusto?, ¿diversión?, ¿alegría?) sencillamente, se iba…y se olvidaba de darle de comer.
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Salida de la escuela. Inés me está esperando para hablar, es joven, hermosa, viste a la moda, sus hijos fueron mis alumnos. Entramos, se asegura que nadie nos escuche. Está a punto de llorar:
-¿Digame …cómo hago para ver a Dios como a un padre, eh? Yo escucho que todos dicen “Padre nuestro…Padre nuestro”… y a mi no me sale… ¡y yo quiero creer, necesito creer, pero no me sale! Yo quiero decir Padre nuestro, y se me congela la sangre… ¡Si mi papá las tenía todas… fue de todo menos padre…vicioso, libertino…! ¿Cómo hago para ver a Dios como a un padre?...
(Inés fue violada reiteradas veces en su pre adolescencia por su propio padre, quien la atacaba en estado de ebriedad, luego se disculpaba diciendo que por ese motivo no era responsable. Estaba con tratamiento psicológico y a pesar de tener un buen esposo, tres hijitos y todo lo necesario para ser feliz, todavía caía en crisis que incluso ponían en peligro su matrimonio.)
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Conversación circunstancial mantenida hace unos días:
-Mi hermana murió hace dos años de cáncer de pulmón…
_¡Cuánto lo siento!... ¿Fumaba mucho?
_ ¡No!... Nunca prendió un cigarrillo, no le gustaba… Es que trabajó casi veinte años en una oficina, y allí todos fumaban… digamos que sin darse cuenta, sus compañeros de trabajo la asesinaron…
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Zona rural. De noche. Hace frío en los cerros. La madre dice: _Salgan a ver por dónde anda su taita… a ver si pueden traerlo, po…
Y ellos salen, tienen 8 y 10 años, hace frío, tienen miedo, pero salen. Van bordeando el estero.
_¿No se habrá cáido por acá?... ¿y si se ha’ogado?
Las risotadas de los hombres, la luz de la taberna entre los árboles. El padre de a pié, los otros tres de a caballo, todos borrachos. Juegan a rodearlo, a cortarle el paso.
El padre cae, los niños tiemblan.
_¡Ay!... ¿y si lo pisa un caballo?
Los amigos ríen, se alejan: _...¡Estuvo buena la farra!
Los hermanitos corren, el padre ríe, acostado sobre su vómito. El mayor putea, el más chico siente que el peso del padre le quiebra la espalda.
_¡Ma!... ¡Ma!... aquí le traímo…
_ ¡Otra vez, eh! ¿Qué ‘ai hecho, eh?... ¡Otra vez!
-¡Qué… acaso un hombre no tiene derecho de divertirse con sus amigos!... ¿Me vai a decir vó lo que tengo que hacer?... ¡ah!
Y así siguieron…. En el hospital del pueblo muere un hombre de 42 años. Diagnóstico: cirrosis hepática. Deja esposa y tres hijos: dos muchachitos y una nena.
Ha pasado el tiempo. Hoy el mayor es alcohólico. El del medio, todavía lo extraña y mi cuñada no entiende porqué tuvo que quedarse sin papá a los 10 años.
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¡Vamos, amigos de la blogosfera! ¡Ayúdenme, que me faltan las palabras! ¿Cómo era eso de que la vida hay que vivirla, y que cada uno haga lo que se le venga en gana… y quechévere, quechévere viva la “vida”?
Haber amigo,qué le decimos a las víctimas de la libertad irresponsable… cómo le explico a mi esposo que “de algo hay que morir”… total no se necesita un padre a los 16 años.
*Son sólo unos pocos casos de los vividos por mí o contados por sus protagonistas. Algunos nombres han sido cambiados para preservar la identidad de las personas. Cristina Fornés de Llantén