21/6/06

¡Don Carlos! (En memoria - Nº 2)

Cuando empezó a crecer, a “el canario”, el pelo se le puso ondeado, ondeado, con ondas apretadas. Agustina, su madre, estaba embarazada esperando el cuarto hijo.

Una tarde el padre anunció: -Voy a comprar cigarrillos… - Seis meses después recibieron una carta:

“ Mujer, si vieras que hermosa que está Barcelona. Me encontré con un amigo que se iba para el puerto, porque partía en un barco mercante…”

Fue la única noticia que tuvieron, volvió cinco años después.

Entre tanto, Antón, el canario, el flaquito, de unos 13 años, quedó a cargo de la madre y de los tres hermanos. Para mantenerse, Agustina cosía cuellos de camisas y él vendía diarios…

Además, era bueno con la honda y con los puños, empezó a fumar y aprendió a jugar al truco, al billar y a bailar el tango; jugaba al “fóbal”, de arquero, porque había pegado el estirón y era ágil, rápido, de buenos reflejos.

Según entiendo, estas habilidades las adquirió subiendo y bajando de los tranvías en marcha al ofrecer los diarios y al correr más rápido que la policía. (Parece que por entonces era “delito” ser canillita o lustrabotas, estar en la calle, y cada dos por tres los corrían hasta de a caballo por el empedrado. Cuando los alcanzaban les cortaban el pelo, iban a dar al Instituto de Menores de Marcos Paz, los arrodillaban sobre maíz… En fin, nunca fue fácil para un chico ganarse la vida en Buenos Aires.)

Así fue creciendo, ya no tan rubio, dejó de ser “el canario” y empezaba a ser “el flaco Fornes”. Una tarde se fue a ver un partido de fútbol, al estadio (¿era el viejo River de Thames?)

Los escalones eran tablones de madera.
Vio un hueco y subió dando zancadas…

¡Con tan mala suerte!...
terminó sentado sobre los pies de alguien.
Rápido se corrió; miró: botín encharolado con polainas,
pantalón de corte perfecto, bien marcada la raya.

Alzó los ojos asustado, ¡Disculpe, señor!
Le devolvieron con una sonrisa la mirada.
Chambergo hacia un lado,
echarpe blanco.

-¡Don Carlos!
-Tranquilo, pibe.
No te preocupes, no es nada…

Gardel, sonreía.
La barra, lo adulaba.

Mi viejo repetía: “Yo conocí a Don Carlos…
Nos dio entradas para El Nacional”.
Mi viejo me dijo: “Era gordito, todo un señor…
muy simpático, ¡un galán!”

Y todas las veces que fuimos a la Chacarita,
para llevarle flores a los abuelos,
visitábamos la tumba de Don Carlos, ¡pobrecito!
como quien visita a un pariente.
Nos quedábamos mirando las placas y el monumento
en silencio. Reverentes.

16/6/06

Tercer domingo de Junio:

DÍA DEL PADRE. (En memoria - Nº 1)

Mi viejo nació en Barcelona y llegó a Buenos Aires cuando tenía 5 ó 6 años. De chico tenía el pelo lacio y era rubio, bien rubio. Así que de chico le decían “el canario”. También era flaco, bien flaco.

Fue a la escuela hasta tercer grado, porque mi abuelo, su padre, no terminaba de asentar cabeza y…

…entonces el flaquito, el canario, ¡Atón! (según me dijo lo llamaba su madre) tuvo que salir a lustrar zapatos y a vender diarios.

En recuerdo de aquel catalanito aporteñado, vayan como homenaje estos versos de Don Julio Razzano Sanmartino:

El Canillita
Milonga Rante

Ambulante canillita
que con voz arrabalera
vas pregonando imponente
y al mezclarte entre la gente
con tu grito tan porteño
de tus pulmones de acero
sacás un gesto risueño.

Incansable pregonero
de la mañana invernal
crepúsculo emocional

de garganta alborotada
cabecita despeinada
tu grito es una noticia
y tu rostro una primicia
gran señor de mis barriadas.
……………………………..

Crítica, Quinta y Noticia
Mundo, Clarín y Razón
grita con toda emoción
desafiando el temporal
es jornada universal
tiene en su alma el dolor
y aun siendo un drama su vida
porta noticias de amor.

Canillita de mi barrio
que derramás mil noticias
aquél que en la noche inicia
con su jornal un nuevo día
voz girón y melodía
trashumante y callejero
para ti sean mis trovas

donde tu gesto venero.

13/6/06

Dos de la matina

Camino.
Hoy, Buenos Aires
no tiene cara de amiga.
La calle está oscura.
...envuelta en neblina.
Es poca. Alcanza para decir
"hay neblina".

La calle está oscura.

Abrieron la puerta hace dos esquinas,
y vi sus espaldas corriendo,
corriendo.
Vi tu espalda huyendo... huyendo.
¡Me quedé perdida!

Taco y taco me voy caminando.
La calle está oscura. Casi.

Algunas vidrieras me gritan: ¡Pase,compre,
sillas, sacos, cortinas!
Sombras. Portón. Candado.
Me achica los ojos
el grito de ¡TOME!...
Tome café, cortado, una aspirina.
Después ya no hay gritos.
Una tras otra: puertas-paredes-ventanas,
sombras, baldosas partidas,
puertas-paredes-ventanas,
todas tan dormidas,
que piso despacio por no sacudirlas.

En un largo aullido
me sorprende la avenida.
Equidistantes grititos.
Coro de luz que encandila.
Me chistan en verde y cruzo.
Robot que camina.

Camino.Camino.
Buenos Aires, hoy
no tiene cara de amiga.
La calle está oscura.
Te perdí para siempre...
hace diez esquinas.

8/6/06

Melancólico y lunfardo

Un poco antes de estación Villa Luro. Entre las vías y Rivadavia. La callecita con curva, una placita.
Árboles frondosos. Enfrente, en la vereda de su casa, casi todas las tardes un hombre tomaba mate, sentado en una silla de paja.
Un día colgó de su ventana un cartel hecho a mano: "POESÍA LUNFARDA .."
Esa tarde, cuando salí del trabajo, me acerqué. Era don Julio Razzano Sanmartino, porteño, nacido en Almagro en 1914...
Yo cumplía diecinueve, charlamos un buen rato.


"¡Mamá, hoy hablé con un poeta!..." y saqué de mi cartera: PARLAMENTO REO, Tercera edición de 1968.
Transcribo: "POETA - SANMARTINO - a LA NIÑA CRISTINA SULEMA
26 11 69 EL AUTOR"

¿Qué me contursi, eh? ¡No cualquiera!

El Caficio

Va enfarolado de jetra
marrón y samica blanca
y en su cuello hace palanca
un lengue del arrabal
funyi masera inmortal
taco francés militar
y en la zurda un regio zarzo
por si acaso hay que fajar.

Atraviesa el callejón
en dirección al bulín
lo espera su berretín
una percanta diquera
la tarde media fulera
invita para matear
y la viola está cabrera
porque la van a rascar.

Una mina, un caferata
una vitrola que canta
y el retrato de una santa
en un rincón del bulín
hay un loro parlanchín
que se las da de cantor
y una catrera que invita
para batir el amor.

Un brasero, una pavita
que echa más humo que un tren
y una silla que el potiem
la dejó sin una pata
la batería es de lata
y la luz a querosén
y a lo lejos la pitada
de la máquina de un tren.

El cafiolo y la percanta
en esa tarde tan grata
chamuyando solo acatan
su prosapia arrabalera
era una paica quemera
que adoraba su gabión
cuando el carro le tiraba
las riendas del corazón.

Arrabal, silencio, quema,
brumas que van hacia el cielo
sollozos del Riachuelo,
murmullos del bandoneón,
boliche, ronda, botón,
acuarela que delata
una percanta sin grupo

y un malevo caferata.

4/6/06

Inventario

Por andar, andar, no más.
Por andar andando
pude ver
un sol con tarde,
en Buenos Aires al caer.

Una plaza con hipo
de gorriones,
calles largas
curiosas de balcones
y cornisas con palomas,
al anochecer.

Un bar con salón
desierto
y un rincón de beso
hambriento,
en Buenos Aires al nacer.

Por andar, andar, no más.
Por andar andando
pude ver
hoteles cinco estrellas,
vidrieras exportadas,
fashion-city-tudu bom-yes.

El miedo agredido con descaro,
en rostro chiquilín
multiplicado,
y dos viejas harapientas,
abrigadas con cartones,
en Buenos Aires al... después.

¡Buenos Aires! ¡Ay, Buenos Aires!
Jaula de oro.
Pan sin miel.
me asombran...
los amnésicos de asombro,
que encontré.

1/6/06

Yo nací en Buenos Aires...
es decir, ¡yo soy porteña!

Por eso, todo lo que leas en Junio
tendrás que leerlo con un cierto tono entre áspero

y romántico...

Si se escribió "calle" o "pimpollo", no te engañes,
este mes se leerá, por ejemplo:

"Esa pebeta era el pimpoyyo de mi cayye..."

¿Me esplico, flaco/a?

Un tono en la voz entre quejumbroso y rebelde, agrandado y manso...

En fin, voz a lo Merello, con algo de Gagliardi o de Centella,
si me entendés mejor, con cierta voz a lo Dolina, el Alejandro.

Ah, me olvidaba!... Mientras, en el corazón, deberá palpitarte un tango.