Melancólico y lunfardo
Un poco antes de estación Villa Luro. Entre las vías y Rivadavia. La callecita con curva, una placita.
Árboles frondosos. Enfrente, en la vereda de su casa, casi todas las tardes un hombre tomaba mate, sentado en una silla de paja.
Un día colgó de su ventana un cartel hecho a mano: "POESÍA LUNFARDA .."
Esa tarde, cuando salí del trabajo, me acerqué. Era don Julio Razzano Sanmartino, porteño, nacido en Almagro en 1914...
Yo cumplía diecinueve, charlamos un buen rato.
"¡Mamá, hoy hablé con un poeta!..." y saqué de mi cartera: PARLAMENTO REO, Tercera edición de 1968.
Transcribo: "POETA - SANMARTINO - a LA NIÑA CRISTINA SULEMA
26 11 69 EL AUTOR"
¿Qué me contursi, eh? ¡No cualquiera!
El Caficio
Va enfarolado de jetra
marrón y samica blanca
y en su cuello hace palanca
un lengue del arrabal
funyi masera inmortal
taco francés militar
y en la zurda un regio zarzo
por si acaso hay que fajar.
Atraviesa el callejón
en dirección al bulín
lo espera su berretín
una percanta diquera
la tarde media fulera
invita para matear
y la viola está cabrera
porque la van a rascar.
Una mina, un caferata
una vitrola que canta
y el retrato de una santa
en un rincón del bulín
hay un loro parlanchín
que se las da de cantor
y una catrera que invita
para batir el amor.
Un brasero, una pavita
que echa más humo que un tren
y una silla que el potiem
la dejó sin una pata
la batería es de lata
y la luz a querosén
y a lo lejos la pitada
de la máquina de un tren.
El cafiolo y la percanta
en esa tarde tan grata
chamuyando solo acatan
su prosapia arrabalera
era una paica quemera
que adoraba su gabión
cuando el carro le tiraba
las riendas del corazón.
Arrabal, silencio, quema,
brumas que van hacia el cielo
sollozos del Riachuelo,
murmullos del bandoneón,
boliche, ronda, botón,
acuarela que delata
una percanta sin grupo
y un malevo caferata.
8/6/06
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