...no me esperes ni preguntes.
No sospeches. No supliques.
No me sigas. No reproches.
No disculpes.
No te hastíes.
No me dejes.
No me juzgues... ni me sueñes.
Ni admirado me alabes,
ni enojado me abandones.
Ámame,
tú que puedes, ¡ámame!
"Dios es amor" está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Ellen G. White
EL ILUMINADO
Lo volvió a cerrar.
Parpadeó dos veces.
Lo encegueció tanta
claridad.
Arrebatado de entusiasmo
se lanzó a proclamar:
atado al recuerdo de un chispazo,
grita: “¡He visto! ¡Veo!”
Pero siguen cerrados
sus ojos
a lo que tanta luz
quiere iluminar.
1.- No.
2.- ¿Cómo dijo?
1.- Dije, no.
2.- ¿Acaso no le gustaría?
1.- Si.
2.- ¿No tiene curiosidad?
1.- Mmm... si.
2.- ¡¿Entonces?!
1.- Ya le dije: ¡no!
2.- ¡Es absurdo!... ¡Todo el mundo lo acepta!...
1.- ¿Por qué?
2.- Y... ¡qué sé yo!... ¿Quién podría impedírselo?... ¡Vamos, anímese! ¿Acaso tiene miedo?
1.- ¿Usted cree que es cobardía?
2.- No querría insultarlo, pero... ¿Qué quiere que le diga?... ¿Acaso le tiene miedo a la libertad?
1.- ¿Quién?... ¿Yo?... Ja, ja... ahy... No, ¿por?
2.- ¡Y...! Si todo el mundo lo hace y a nadie le importa... A usted le gustaría y dice no. ¡Tiene curiosidad y dice no!... Evidentemente, no se anima.
1.- ¡No!... Optar, elegir y decidir, para mi, es la libertad.
Hora tras hora
viento norte
azotó implacable
las ramas del pino.
Te vi debatirte,
benteveo fugaz,
grito alado,
contra el viento.
La brizna en el pico
por salvar el nido.
Hebras primero
manojos después
arrasó la furia.
Al fin, por mi patio,
rodó un ovillo
de pajas y plumas, cálido y deshecho.
tu enemigo.
Estremeció los vidrios
el silbo artero.
Esta mañana, tu llanto,
fue el silencio.