25/9/07

Al regresar a casa me estaban esperando mi esposo y el Pastor Ricardo Liernur para darme la noticia.
Don Ricardo se adelanto y con voz grave y conmovida dijo:

-Hermana... La mamita ya descansa en el Señor.

-No te preocupes por nada – dijo mi esposo – Ya está todo arreglado...

Después, el dolor, las caricias de los amigos, las lágrimas, las palabras de ánimo.

Mi eterna gratitud a mi esposo; también para Alexis Coald, mi amigo poeta, con sus mails y presentaciones en power point; y a tantos otros amigos que, en aquellos días, estuvieron tan cerca, a mi lado.

Anduve como muda un tiempo, apenas atiné a escribir:

¿Qué quieres que cante?
Yo hoy sólo quiero
la manteca derretida,

sobre las tostadas calientes,

que me servía mi madre.

Pero ella amaba la vida. Las flores. Los días de sol.
Y fue ella la que me enseñó desde niña a amar la poesía y a confiar en Dios.

Hoy hago mías las palabras de Marta, la hermana de Lázaro (S. Juan 11:23-27):

“Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero... Si, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

Por eso, gracias Señor por la madre que tuve el privilegio de disfrutar. Gracias por tu infinito amor y por las promesas de tu Santa Palabra, que me permiten seguir viviendo con alegría y esperanza.
Para Virginia, mi mami, todo mi amor y mi homenaje.

14/9/07

LA BELLA DURMIENTE

Como capullo nuevo
estrenó una ilusión.
Floreció en esperanza.

Había dormido tanto, tanto
que se le hicieron cuento
los años de pausa.
Pero abrió los ojos
(nunca supo bien
de dónde vino el beso)
y de asombro en asombro
retomó el camino,
estrenó canción...
¡Rió con ganas!

Reunió a las sombras,
“Esta es la despedida”, les dijo.
Sin una lágrima
las abandonó a la noche
y se fue hacia el alba.

7/9/07

AUTORRETRATO

La luz en la aurora.
Una flor en su planta.
La brisa marina.
Un ave que canta.

Rebeldías de viento en remolino.
Sombra de álamo
y violeta perfumada.

Vistas de mar desde un acantilado.
Quietudes pampeanas.
Estallidos de agua.

Hallé en la encrucijada
el punto de partida,
la vida renovada.