LAS DOS CARAS
Balcones abiertos a la noche.
Sonido de una taza que se posa
en su plato y aturde... ¡estalla!
La soledad tiene multitudes
que se apresuran y pasan.
Espaldas en el metro.
Rostros sin miradas
y un pozo en el pecho
que entrecierra los ojos
y duele en la garganta.
y cantos para estrenar mañanas.
Lagos interiores.
Extensiones de pampas.
Sobrevuelos de asombros.
Éxtasis de cumbres
y profundidades en calma.
La soledad tiene tiempo
para encontrarse con Dios...
¡y quedarse de charla!