EL ILUMINADO
Lo volvió a cerrar.
Parpadeó dos veces.
Lo encegueció tanta
claridad.
Arrebatado de entusiasmo
se lanzó a proclamar:
“¡La luz es bella,
claridad dorada
que deslumbra!
Cuando la ves,
ya no puedes ver nada más.”
claridad dorada
que deslumbra!
Cuando la ves,
ya no puedes ver nada más.”
atado al recuerdo de un chispazo,
grita: “¡He visto! ¡Veo!”
Pero siguen cerrados
sus ojos
a lo que tanta luz
quiere iluminar.
2 comentarios:
A veces la inconsciencia nos impide abrir los ojos a lo hermoso... a veces queremos ver y no podemos... a veces el la propia luz la que nos ciega...
Gracias por tus reconfortantes palabras, un abrazo muy fuerte para ti y al menos esa otra persona especial.
Hola Cris... Este me encantó. Es como la paradoja del ver tanto, que de plano dejas de ver todo...
Cuando caminamos a oscuras queremos ver luz, pero si nos llega toda de un jalón, nomás nos enceguece.
Como los que mueren de amor, no por su ausencia, sino por sobredosis.
Te dejo un beso y te invito al nuevo blog... Pens-ando
Publicar un comentario